En una época antigua, mucho antes de que el municipio de Cuerámaro se transformara en lo que es hoy, se dice que una noche oscura y silenciosa llegó a marcar a sus habitantes con una leyenda aterradora que aún persiste en la memoria de algunos ancianos del pueblo. La historia cuenta que una mujer envuelta en un manto blanco comenzó a aparecer cerca del río Turbio, donde vagaba en las noches, emitiendo lamentos escalofriantes que helaban la sangre de quien los escuchaba.
La mujer, a quien luego los habitantes comenzaron a llamar “La Llorona de Cuerámaro,” solía rondar las orillas del río, donde muchos la veían detenerse y gritar hacia las aguas con dolor. Según las antiguas historias, esta mujer había perdido a sus hijos en una trágica inundación cuando el río Turbio se desbordó durante una tormenta. El agua creció rápidamente y, en un intento desesperado por salvarlos, la mujer fue arrastrada también, quedando sus cuerpos sin vida en las profundidades del río.
Con el paso del tiempo, los pobladores comenzaron a asegurar que su espíritu regresaba cada noche buscando a sus hijos perdidos. Los niños del pueblo crecieron escuchando que si se quedaban cerca del río al anochecer, «La Llorona» podría confundirlos con sus hijos y llevárselos con ella.
Encuentro escalofriante
Una de las historias más impactantes fue la de don Tomás, un campesino de la región que, una noche, mientras regresaba de trabajar en el campo, sintió una presencia extraña detrás de él. Dicen que cuando volteó, vio a una mujer pálida, de cabellos largos y oscuros, con el rostro cubierto por un velo. Don Tomás afirmó que escuchó su llanto desgarrador y, paralizado por el miedo, fue incapaz de moverse.
“La Llorona” se acercó a él y, entre lágrimas, le suplicó ayuda para encontrar a sus hijos. Sin saber qué responder, don Tomás solo pudo cerrar los ojos y pedir en silencio que el alma de aquella mujer encontrara paz. Cuando volvió a abrir los ojos, ella había desaparecido, dejando solo el eco de su lamento en la brisa nocturna.
Una leyenda que sigue viva
Desde entonces, los habitantes de Cuerámaro cuentan esta historia a sus hijos y nietos, advirtiéndoles que respeten la naturaleza y tengan cuidado con el río durante las noches, por temor a cruzarse con el espíritu errante de “La Llorona de Cuerámaro”.